viernes, 22 de agosto de 2008

Vivir con honor o morir con gloria

La diferencia máxima entre los personajes de comics super heroicos y los simples mortales como nosotros es el fin absoluto. Para uno el fin es la muerte, en cambio, para los personajes es una muerte, porque ellos pueden morir tantas veces como a uno se les ocurra revivirlos. Es increíble, pero en los últimos 15 años he leído la muerte de Superman, la del Linterna Verde Hal Jordan, la del mentor de los chicos “X” Charles Xavier y la del héroe americano por excelencia en cuanto a simbología como es el Capitán América. Si incluso matan dioses como Thor. Y no me sorprendería que el día de mañana otros tantos mueran. Pero quienes leemos historietas, sabemos que temprano o tarde regresarán. Incluso se hace con planetas, galaxias, universos y macrouniversos. A finales de los ochenta y comienzos de los noventa esto era una nueva forma de atraer al público que estaba hastiado de guiones idiotas. Recuerdo que la muerte de Superman fue un éxito de ventas porque finalmente había alguien que podía reventarlo. Uno se aburre de la estrategia de que el bueno de la trama venza al malo al fin de la historia, se quede con la chica y espere al siguiente bobalicón de la semana entrante. Es rutinario e irritante, porque a veces ni siquiera es necesario leer las últimas páginas ya que son predecibles. Reconozco que revivir un personaje en esa época podía ser llamativo pero sería bueno que pararan. Es como el cine que subsiste en gran parte haciendo remakes de films añejos. Y esto se debe en gran parte a la mínima capacidad de guionistas de crear historias atrayentes para el público. Cuando será el día en que maten un personaje de manera definitiva. Yo creo que nunca, y aunque escribo esta reseña como una queja, la verdad es que estoy seguro que algún día yo también beberé del agua que hoy dejo correr, porque más temprano que tarde hasta uno puede llegar a vencer a la efímera muerte tal cual como un personaje del mundillo de los comics.